Ecos de mi pluma by Sor Juana Inés de la Cruz

Ecos de mi pluma by Sor Juana Inés de la Cruz

autor:Sor Juana Inés de la Cruz [Cruz, Sor Juana Inés de la]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-607-316-205-0
editor: Penguin Random House Grupo Editorial México
publicado: 2017-01-01T00:00:00+00:00


CARTA DE LA MADRE JUANA INÉS DE LA CRUZ ESCRITA AL REVERENDO PADRE MAESTRO ANTONIO NÚÑEZ, DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS (1682)1

Pax Christi

Aunque ha muchos tiempos que varias personas me han informado de que soy la única reprehensible en las conversaciones de V. R.,2 fiscalizando3 mis acciones con tan agria ponderación como llegarlas a escándalo público4 y otros epítetos no menos horrorosos, y aunque pudiera la propia conciencia moverme a la defensa, pues no soy tan absoluto dueño de mi crédito que no esté coligado con el de un linaje que tengo y una comunidad en que vivo;5 con todo esto, he querido sacrificar el sufrimiento a la suma veneración y filial cariño con que siempre he respetado a V. R., queriendo más aína6 que cayesen sobre mí todas las objeciones que no que pareciera pasaba yo la línea de mi justo y debido respeto en redargüir7 a V. R. (en lo cual confieso ingenuamente que no pude merecer nada para con Dios, pues fue más humano respeto a su persona que cristiana paciencia), y esto no ignorando yo la veneración y crédito grande que V. R., con mucha razón, tiene con todos, y que le oyen como a un oráculo divino, y aprecian sus palabras como dictadas del Espíritu Santo, y que cuanto mayor es su autoridad tanto más queda perjudicado mi crédito;8 con todo esto, nunca he querido asentir a las instancias que a que responda me ha hecho no sé si la razón o si el amor propio (que éste tal vez9 con capa de razón nos arrastra), juzgando que mi silencio sería el medio más suave para que V. R. se desapasionase; hasta que con el tiempo he reconocido que antes parece que le irrita mi paciencia, y así determiné responder a V. R., salvando y suponiendo mi amor, mi obligación y mi respeto.

La materia, pues, de este enojo de V. R., muy amado padre y señor mío, no ha sido otra que la de estos negros versos de que el Cielo tan contra la voluntad de V. R. me dotó. Éstos he rehusado sumamente el hacerlos, y me he excusado todo lo posible; no porque en ellos hallase yo razón de bien ni de mal, que siempre los he tenido (como lo son) por cosa indiferente; y aunque pudiera decir cuántos los han usado, santos y doctos, no quiero entrometerme a su defensa, que no son mi padre ni mi madre: sólo digo que no los hacía por dar gusto a V. R., sin buscar ni averiguar la razón de su aborrecimiento —que es muy propio del amor obedecer a ciegas, demás que con esto también me conformaba con la natural repugnancia que siempre he tenido a hacerlos, como consta a cuantas personas me conocen—,10 pero esto no fue posible observarlo con tanto rigor que no tuviese algunas excepciones, tales como dos villancicos a la Santísima Virgen11 que, después de repetidas instancias, y pausa de ocho años,12 hice con venia y licencia de V. R.,



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